Qué es l’objeción fiscal?

¿Qué es la Objeción Fiscal?

La objeción de conciencia a los gastos militares o Objeción Fiscal es un acto de desobediencia civil, es la negación a colaborar con el Estado en la preparación de las guerras y en el mantenimiento de la estructura militar. Se traduce en desobediencia activa en el momento de realizar la declaración de la renta.

Técnicamente, consiste en separar una parte del impuesto sobre la renta, la parte que correspondería al gasto militar y desviarla hacia un proyecto social y solidario. También se puede separar (y desviar) una cantidad fija y simbólica.

La Objeción Fiscal se basa en la negación a aceptar que los conflictos deban resolverse por medios violentos como las guerras. La negociación es el único medio para lograr la resolución pacífica de los conflictos. Actualmente, casi todos los estados optan por las soluciones bélicas, lo que implica la existencia de ejércitos. Esta militarización (efectivos humanos, infraestructuras, investigación militar, etc.) requiere demasiado gasto público, que debería destinarse a gastos sociales. El Objeción Fiscal, opta por el desarme, para la resolución pacífica de los conflictos y tiene como fin último conseguir un mundo sin guerras. donde no tenga sentido la existencia de ejércitos.

Argumentos a favor de la objeción de conciencia fiscal:

SOLO EN UNA HORA los estados se gastan 242 millones de euros en los ejércitos, pero:

CADA 10 SEGUNDOS MUERE UN NIÑO DE GANA los países del Tercer Mundo;

ACTUALMENTE 840 millones de personas pasan hambre en el mundo, 150 millones son niños.

Estos datos, entre las muchas que se pueden dar, evidencian la realidad a la que antes aludíamos: el sistema militar resta recursos a las necesidades sociales, que es donde hay que destinarlos.

Como cada año, el gobierno ha elaborado unos presupuestos, una parte sustancial de los cuales se dedica, de nuevo, a gastos militares. La ciudadanía aporta el dinero para estos presupuestos. Una parte importante se recauda mediante los impuestos indirectos (IVA, esencialmente), otra parte se obtiene gracias al llamado “deuda pública”, y aunque hay que añadir nuestra contribución directa a través del impuesto sobre la renta.

En este último punto es donde puede incidir nuestra oposición a los gastos militares. Tenemos dos posibilidades: manifestar nuestro rechazo o dejar pasar, simplemente, la oportunidad de h

 

¿Qué es la Objeción Fiscal?

La objeción de conciencia a los gastos militares o Objeción Fiscal es un acto de desobediencia civil, es la negación a colaborar con el Estado en la preparación de las guerras y en el mantenimiento de la estructura militar. Se traduce en desobediencia activa en el momento de realizar la declaración de la renta.

Técnicamente, consiste en separar una parte del impuesto sobre la renta, la parte que correspondería al gasto militar y desviarla hacia un proyecto social y solidario. También se puede separar (y desviar) una cantidad fija y simbólica.

La Objeción Fiscal se basa en la negación a aceptar que los conflictos deban resolverse por medios violentos como las guerras. La negociación es el único medio para lograr la resolución pacífica de los conflictos. Actualmente, casi todos los estados optan por las soluciones bélicas, lo que implica la existencia de ejércitos. Esta militarización (efectivos humanos, infraestructuras, investigación militar, etc.) requiere demasiado gasto público, que debería destinarse a gastos sociales. El Objeción Fiscal, opta por el desarme, para la resolución pacífica de los conflictos y tiene como fin último conseguir un mundo sin guerras. donde no tenga sentido la existencia de ejércitos.

Argumentos a favor de la objeción de conciencia fiscal:

SOLO EN UNA HORA los estados se gastan 242 millones de euros en los ejércitos, pero:

CADA 10 SEGUNDOS MUERE UN NIÑO DE GANA los países del Tercer Mundo;

ACTUALMENTE 840 millones de personas pasan hambre en el mundo, 150 millones son niños.

Estos datos, entre las muchas que se pueden dar, evidencian la realidad a la que antes aludíamos: el sistema militar resta recursos a las necesidades sociales, que es donde hay que destinarlos.

Como cada año, el gobierno ha elaborado unos presupuestos, una parte sustancial de los cuales se dedica, de nuevo, a gastos militares. La ciudadanía aporta el dinero para estos presupuestos. Una parte importante se recauda mediante los impuestos indirectos (IVA, esencialmente), otra parte se obtiene gracias al llamado “deuda pública”, y aunque hay que añadir nuestra contribución directa a través del impuesto sobre la renta.

En este último punto es donde puede incidir nuestra oposición a los gastos militares. Tenemos dos posibilidades: manifestar nuestro rechazo o dejar pasar, simplemente, la oportunidad de hacerlo. En este documento convocamos a la no colaboración, a la desobediencia civil a sostener el gasto militar. Hay que denunciarla públicamente y negarle los medios materiales que la hacen posible.

Estamos defendiendo esta opción desde el año 1984 y, desgraciadamente, debemos continuar promoviendo: por todas partes las guerras continúan, acaban unas y comienzan otras; la investigación militar no cesa ya que todos los estados desean tener el arma más potente que les asegure el poder; el comercio de armas aumenta, los países ricos en venden y los países empobrecidos en compran para someter la población civil .. Ante esta realidad, hacemos nuestra la lucha por el desarme, la justicia y la solidaridad internacional.

Se nos pide contribuir a los gastos del estado, y vemos que, entre las partidas presupuestadas, hay una que, bajo el nombre de “defensa”, se lleva una buena cantidad de millones. Y nos preguntamos: defensa de quien ?, defensa para quién?

Si nos preguntáramos qué es lo que hay que defender, se obtendrían muchas respuestas: la calidad de vida, el derecho a la salud, el derecho a la educación, el acceso a la cultura, el respeto a los derechos humanos, el entorno natural, la no explotación de los unos por los otros, las minorías ante las mayorías … Muchas respuestas posibles y todas bajo un denominador común: la defensa del derecho a la justicia y la paz.

Fue este espíritu el que, en 1983, llevó la Asamblea Andaluza No-violencia a plantearse el concepto de objeción de conciencia fiscal como respuesta a la aparición de la Ley de dotaciones presupuestarias para el sostenimiento de las fuerzas Armadas de 1982, que pretendía, en el plazo de ocho años, de acomodar el aparato militar español en la estructura de la OTAN. En 1984, ya con el apoyo también de la Asamblea de No-violencia de Cantabria, de Justicia y Paz de Barcelona y del Movimiento de Objeción de Conciencia, se convirtió en la primera campaña

acerlo. En este documento convocamos a la no colaboración, a la desobediencia civil a sostener el gasto militar. Hay que denunciarla públicamente y negarle los medios materiales que la hacen posible.

Estamos defendiendo esta opción desde el año 1984 y, desgraciadamente, debemos continuar promov

 

¿Qué es la Objeción Fiscal?

La objeción de conciencia a los gastos militares o Objeción Fiscal es un acto de desobediencia civil, es la negación a colaborar con el Estado en la preparación de las guerras y en el mantenimiento de la estructura militar. Se traduce en desobediencia activa en el momento de realizar la declaración de la renta.

Técnicamente, consiste en separar una parte del impuesto sobre la renta, la parte que correspondería al gasto militar y desviarla hacia un proyecto social y solidario. También se puede separar (y desviar) una cantidad fija y simbólica.

La Objeción Fiscal se basa en la negación a aceptar que los conflictos deban resolverse por medios violentos como las guerras. La negociación es el único medio para lograr la resolución pacífica de los conflictos. Actualmente, casi todos los estados optan por las soluciones bélicas, lo que implica la existencia de ejércitos. Esta militarización (efectivos humanos, infraestructuras, investigación militar, etc.) requiere demasiado gasto público, que debería destinarse a gastos sociales. El Objeción Fiscal, opta por el desarme, para la resolución pacífica de los conflictos y tiene como fin último conseguir un mundo sin guerras. donde no tenga sentido la existencia de ejércitos.

Argumentos a favor de la objeción de conciencia fiscal:

SOLO EN UNA HORA los estados se gastan 242 millones de euros en los ejércitos, pero:

CADA 10 SEGUNDOS MUERE UN NIÑO DE GANA los países del Tercer Mundo;

ACTUALMENTE 840 millones de personas pasan hambre en el mundo, 150 millones son niños.

Estos datos, entre las muchas que se pueden dar, evidencian la realidad a la que antes aludíamos: el sistema militar resta recursos a las necesidades sociales, que es donde hay que destinarlos.

Como cada año, el gobierno ha elaborado unos presupuestos, una parte sustancial de los cuales se dedica, de nuevo, a gastos militares. La ciudadanía aporta el dinero para estos presupuestos. Una parte importante se recauda mediante los impuestos indirectos (IVA, esencialmente), otra parte se obtiene gracias al llamado “deuda pública”, y aunque hay que añadir nuestra contribución directa a través del impuesto sobre la renta.

En este último punto es donde puede incidir nuestra oposición a los gastos militares. Tenemos dos posibilidades: manifestar nuestro rechazo o dejar pasar, simplemente, la oportunidad de hacerlo. En este documento convocamos a la no colaboración, a la desobediencia civil a sostener el gasto militar. Hay que denunciarla públicamente y negarle los medios materiales que la hacen posible.

Estamos defendiendo esta opción desde el año 1984 y, desgraciadamente, debemos continuar promoviendo: por todas partes las guerras continúan, acaban unas y comienzan otras; la investigación militar no cesa ya que todos los estados desean tener el arma más potente que les asegure el poder; el comercio de armas aumenta, los países ricos en venden y los países empobrecidos en compran para someter la población civil .. Ante esta realidad, hacemos nuestra la lucha por el desarme, la justicia y la solidaridad internacional.

Se nos pide contribuir a los gastos del estado, y vemos que, entre las partidas presupuestadas, hay una que, bajo el nombre de “defensa”, se lleva una buena cantidad de millones. Y nos preguntamos: defensa de quien ?, defensa para quién?

Si nos preguntáramos qué es lo que hay que defender, se obtendrían muchas respuestas: la calidad de vida, el derecho a la salud, el derecho a la educación, el acceso a la cultura, el respeto a los derechos humanos, el entorno natural, la no explotación de los unos por los otros, las minorías ante las mayorías … Muchas respuestas posibles y todas bajo un denominador común: la defensa del derecho a la justicia y la paz.

Fue este espíritu el que, en 1983, llevó la Asamblea Andaluza No-violencia a plantearse el concepto de objeción de conciencia fiscal como respuesta a la aparición de la Ley de dotaciones presupuestarias para el sostenimiento de las fuerzas Armadas de 1982, que pretendía, en el plazo de ocho años, de acomodar el aparato militar español en la estructura de la OTAN. En 1984, ya con el apoyo también de la Asamblea de No-violencia de Cantabria, de Justicia y Paz de Barcelona y del Movimiento de Objeción de Conciencia, se convirtió en la primera campaña

iendo: por todas partes las guerras continúan, acaban unas y comienzan otras; la investigación militar no cesa ya que todos los estados desean tener el arma más potente que les asegure el poder; el comercio de armas aumenta, los países ricos en venden y los países empobrecidos en compran para someter la población civil .. Ante esta realidad, hacemos nuestra la lucha por el desarme, la justicia y la solidaridad internacional.

Se nos pide contribuir a los gastos del estado, y vemos que, entre las partidas presupuestadas, hay una que, bajo el nombre de “defensa”, se lleva una buena cantidad de millones. Y nos preguntamos: defensa de quien ?, defensa para quién?

Si nos preguntáramos qué es lo que hay que defender, se obtendrían muchas respuestas: la calidad de vida, el derecho a la salud, el derecho a la educación, el acceso a la cultura, el respeto a los derechos humanos, el entorno natural, la no explotación de los unos por los otros, las minorías ante las mayorías … Muchas respuestas posibles y todas bajo un denominador común: la defensa del derecho a la justicia y la paz.

Fue este espíritu el que, en 1983, llevó la Asamblea Andaluza No-violencia a plantearse el concepto de objeción de conciencia fiscal como respuesta a la aparición de la Ley de dotaciones presupuestarias para el sostenimiento de las fuerzas Armadas de 1982, que pretendía, en el plazo de ocho años, de acomodar el aparato militar español en la estructura de la OTAN. En 1984, ya con el apoyo también de la Asamblea de No-violencia de Cantabria, de Justicia y Paz de Barcelona y del Movimiento de Objeción de Conciencia, se convirtió en la primera campaña estatal de objeción fiscal a los impuestos militares.

La objeción fiscal convierte así en una lucha que, además de su carácter de resistencia a las cuestiones militares, tiene un fuerte componente de solidaridad. Desde el inicio se estableció que la objeción fiscal daría apoyo a las luchas de toda una serie de movimientos y grupos que trabajan por el desarrollo y la justicia social. Este aspecto quedó más claro cuando se lanzaron los llamados “proyectos colectivos”. Quien hace objeción fiscal decide dónde enviar el dinero de su objeción.

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